4.12.09

Aquel día de 1971

Últimamente estoy un poco ausente pero ya queda menos para que venga el Señor Tiempo Libre.
Este es el relato que mandé al Susurro que surcó el espacio para el concurso de Las hijas de las tormentas. La última parte va con música.

¡Espero que os guste!

* * *

¡Splash! Ya me he sumergido en las tenebrosas aguas. Todo es negro bajo la superficie. No veo el fondo entre las turbias corrientes. Ya no puedo respirar. Me falta el aire. Me ahogo. ¿Es esto lo que se siente?

Me siento erguida en mi cama. No puede haber sido solo un sueño.
Un rayo de luz se cuela por los agujeros que quedan en la persiana cuando no la cierro bien. Me estiro perezosamente, apoyo los dedos de los pies en el suelo y tanteo en busca de mis chanclas. Otra vez no, pienso. Extrañas fuerzas oscuras arrastran mis zapatillas todas las noches bajo mi cama. Pego un salto de la cama al suelo y me agacho. Vuelvo a tantear pero esta vez con los dedos de las manos. Bien. Ya he conseguido una. ¿Y la otra? Pego mi cara contra el suelo para ver si encuentro algo pero lo único que veo son pelotillas de polvo. En vista de que mis esfuerzos son en vano, me rindo y me calzo mi única chancla.

Clac, pam, clac, pam, clac, pam. Es el ruido de mí caminar en dirección a la cocina. Desayuno unos cereales con un vaso de Nesquik. Hoy quiero comprobar una cosa. Saber si es cierta.
La idea es ir al bosque que hay un poco más allá, justo detrás de la colina. Fuera de la vista de los humanos.

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Cuando entré en la librería me recibió una señora toda vestida de rosa. No parecía muy vieja pero ya tenía el pelo canoso. Bajé las escaleras que llevaban al interior de la pequeña tienda. Ella se quitó sus gafas y las dejó colgando de una cadenita alrededor del cuello. Nos saludamos.

- Quería mirar libros sobre antiguas legendas y sucesos inexplicables.

- Querida, estás en el lugar adecuado. Voy a buscarlos.

Desapareció tras una cortina de colores chillones en la trastienda. Mientras, me puse a ojear los libros que estaban por ahí encima, en estanterías y mesas. Cuando volvió traía con ella un montón de libros apilados. Los dejó sobre el mostrador y me dijo que los ojeara sin prisa. Así que me puse a buscar sin saber exactamente que.
Llevaba ya media hora pasando páginas cuando encontré un artículo que explicaba la aparición de 52 niñas tras unas tormentas en distintos lugares del mundo. Enseguida supe que eso era lo que buscaba. Pagué el libro y me fui de la tienda. Era bastante grande y estaba forrado de cuero azul, no parecía un libro recién publicado, en cambio sí parecía que lo hubiesen diseñado para que durara mucho tiempo. En cuanto vi un banco me senté y me puse a leerlo atentamente.

Mientras pasaba mis ojos por las letras iba desechando palabras inservibles. Hasta que llegué a una: paranormal. Reculé mis ojos por las líneas y releí la frase: Todas las niñas que han aparecido tras las tormentas tienen algún tipo de poder paranormal. La mayoría hacen cosas extrañas si se exponen mucho tiempo bajo la lluvia.

Un montón de imágenes comenzaron a aparecer en mi mente como si estuviera viendo una película con un proyector antiguo. Esas tormentas ocurrieron el año en que nací. Empecé a oír clicks y pronto me dí cuenta de que eran todas las ideas de mi cabeza, que comenzaban a encajar como si fueran un puzzle. La electricidad que a veces creo sentir no es simplemente una impresión.
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Sentada entre los árboles y descalza espero la llegada de esa lluvia que las nubes anuncian desde la madrugada. Miro mis zapatillas, un poco más allá sobre la hierba, comienzan a mojarse, oscureciéndose. Inclino la cabeza con los ojos cerrados y el agua cae sobre mi cara.
Rozo el agua y mi cuerpo se convierte en ella. Mantengo mi forma pero tan solo soy agua. Recuerdo como ha sido mi vida hasta ahora.

No puedo ahogarme. Y si quiero puedo desaparecer en la inmensidad del mar. Nada me lo impide.

Si me enfado, si no lo aguanto más, si la rabia es tan fuerte que ni me sostengo. No puedo llorar.

En mis venas no hay sangre, solo agua. Mis manos, mis labios… todo mi cuerpo esta disfrazado.
Nunca me contaron lo que yo era. Pero ya no hace falta.

Soy una hija de las tormentas.

La electricidad se funde con el agua dentro de mí. Así me sostengo. Así soy lo que soy.

Cuando miro al cielo, él me responde. Cae una gota. Dos. Tres. En seguida todo mi mundo se convierte en agua. Como yo.

Me deshago. Me deslizo. Me convierto en otro ser muy de lejos humano. Desaparezco. Crezco. Vuelvo a nacer. Me siento viva.
Cuando pasa la tempestad la tranquilidad me llena. Me quedo quieta. En silencio y dormida.

Aquel día de 1971 se repite cada vez que miro al cielo.

4 comentarios:

  1. Shay! Me encanta el texto, me encanta!! umss, los examenes son muy absorventes, sobretodo los de física ¬¬ xD
    La banda sonora de Soy Leyenda es genial!! hace iempo que tengo esa cancion en mi mp4 :D

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  2. El final de tu relato me ha puesto los pelos de punta. Parecía un puercoespín. Ha sido un acierto añadirle música, una idea genial.
    Un abrazo para la creadora de las hijas de las tormentas.

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  3. Estupendo!!!!! Me ha gustado mucho. Ha sido genial, me he metido totalmente en la historia. Muy bien contado. Besos!

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  4. Gracias a las dos y Doña María yo no soy exactamente la creadora de las hijas de las tormentas, sólo me basé en la sinopsis de un libro de Jordi Sierra i Frabra que aún no he leído.

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